En la vida diaria siempre estamos expuestos, desde que somos niños, a esos pequeños accidentes: una caída, o si vamos corriendo a un tropezón, a raspaduras y alguna cortadura, finalmente estas experiencias son parte de aprender, de jugar y de explorar el mundo.
Es por ello que tener a la mano venditas adhesivas –“curitas”-, alcohol, gasas, mertiolate, entre otros artículos de curación, es de gran ayuda para atender estos percances.
Si bien el algodón no debe faltar, en ocasiones éste se puede llegar a pegar un poco en las heridas, hay personas más susceptibles que otras a las que esta sensación no les gusta, por lo que utilizar gasas es una muy buena opción.
Pero, ¿alguna vez te has preguntado cómo las gasas se han vuelto indispensables en la medicina y si hay una manera correcta de usarlas? El cuidado de las heridas ha ido de la mano con la evolución de los seres humanos, desde los emplastos en la antigüedad que eran elaborados con hierbas, hojas, y empapados en miel o grasa animal; éstos evitaban la infección.
Por ejemplo, los egipcios ponían una especie de pintura verde que contenía cobre y eso ayudaba a la cicatrización. Los bálsamos también eran considerados un gran remedio que acompañaba a las incipientes gasas, hechas ya con trozos de tela. Los griegos subrayaban la importancia de la limpieza en las heridas, las cuales eran lavadas y a las que se les ponía vinagre y vino.
Ya en el siglo XIX, se tomó consciencia de la asepsia en los hospitales y la higiene para evitar las infecciones de las heridas; personajes como la enfermera Florence Nightingale cambió por completo la atención sanitaria.
Actualmente hay distintos tipos de gasas y son productos hechos de algodón estructurados por hilos, y la cantidad de éstos determinan su calidad, pero también las hay de materiales sintéticos que tienen usos diferentes.
Por la cantidad de hilos y su estructura se clasifican de esta manera:
- Monofilamento. Es la estructura más utilizada en las gasas.
- Multifilamento. Está conformada por un trenzado de muchos hilos, tiene una textura rugosa
y se utiliza para gasas de gran medida.
- Sarga. Los hilos están medio cruzados.
- Tafetán. Su conformación es de un cruzado muy simple.
Las gasas son básicas para realizar la limpieza y curación de las heridas, las protegen del polvo u otros agentes que puedan infectarlas.
Las que usamos más, que tenemos en nuestra casa van de los 20, 18 y 16 hilos y están fabricadas de algodón, existen de varios tamaños y vienen en sobres o empaquetadas.
En los hospitales se utilizan también las gasas quirúrgicas que tienen mayor densidad así como extensión, pues en las operaciones se requieren por su calidad de absorción.
Otro tipo son las gasas oftálmicas, ya que su forma y densidad son especiales para los ojos.
Cómo usarlas correctamente
Las siguientes recomendaciones te ayudarán a manejarlas de la manera adecuada, así evitarás en lo posible más dolor en una herida.
- Primero, observa qué tipo de lesión es, los expertos en enfermería aconsejan analizar esto y hacer la curación para después colocar la gasa y fijarla con cinta adhesiva.
- Como también se usan para realizar la limpieza o lavado de una parte del cuerpo que será intervenida quirúrgicamente, los profesionales de la salud hacen esta limpieza en forma de espiral, ya que si se hace de un lado a otro se podría afectar la zona o quitar los organismos de la flora normal.
- Cuida los bordes de las heridas, pues son parte esencial de la cicatrización. Si se van a utilizar por mucho tiempo, evita hacer presión en el centro de la lesión. Cámbiala cuando veas que ya está saturada de alguna secreción.
- Siempre toma en cuenta la sensación de dolor de la persona a la que le estés poniendo una gasa o ayudándola en la curación de una herida, ya que todos tenemos sensaciones diferentes y tolerancia al dolor. Lava con soluciones fisiológicas y consulta con el médico las opciones para que no produzcan mucho dolor, o sensación de escozor.
Esperamos que estos consejos te sirvan para llevar un adecuado tratamiento a una herida o lesión.